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Jueves, 07 Mayo 2015

La Utopía de los Conjuntos Residenciales

 

 

 

Si usted está pensando comprar o vivir en un conjunto residencial sería bueno que tuviera en cuenta los resultados de las investigaciones que sobre encerramiento urbano vienen haciendo diferentes disciplinas. Mientras las constructoras crean el imaginario de que todo es mejor en estos espacios, la realidad puede ser muy distante.

 

María Teresa Rincón Salazar, profesora de la Escuela de Trabajo Social y Desarrollo Humano de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle, hace parte del comité organizador del Encuentro Nacional de Investigación sobre Encerramiento Residencial Urbano, que se llevará a cabo en octubre, y que dejará pensando a muchos colombianos sobre lo que parece tan natural “vivir en un conjunto residencial”.

 

Sin embargo, la idea no es atacar este estilo de vida, sino verlo en su real dimensión y plantear alternativas a la serie de inquietudes y problemas que su crecimiento ha generado para la ciudad, y de los cuales nos habla la profesora Rincón, quien además hace parte de la Red de Investigación sobre Encerramiento Residencial Multifamiliar.

 

¿Qué aborda la investigación sobre Encerramiento Residencial Multifamiliar? 

 

Los conjuntos residenciales, como fenómeno, hacen alusión a cerrar espacios al interior de la ciudad con diferentes objetivos. Aparentemente la razón es la inseguridad pero reconocemos que también hay una industria Inmobiliaria y de Seguridad para quien es rentable la venta de este tipo de vivienda, que, particularmente en Colombia, se encuentra en casi todos los grupos socio-económicos, no así en otros países donde se concentra en los estratos altos.

 

Asimismo, la investigación nos dice que no todos están preparados para vivir en este tipo de espacios debido a los cambios que implica en el vida cotidiana; por ejemplo, una persona que viene de una experiencia de barrio se encuentra que su piso es el techo del vecino, los materiales de construcción permean los sonidos, hay más espacios comunes, existe un manual de convivencia y una administración y otros servicios que pagar.

Como vemos, es un asunto complejo que estamos trabajando en Univalle desde diferentes disciplinas: Trabajo Social con el grupo ‘Convivencia y Ciudadanía; Geografía a través del profesor Pedro Martínez Toro, y Ciencias Sociales con Adolfo García Jerez.

 

A nosotros como Escuela de Trabajo Social nos interesa la investigación, pero también la intervención para poder contribuir a una convivencia saludable.

 

¿El concepto de barrio no se aplica cuando hablamos de conjuntos residenciales?

 

Se pierde, se desdibuja. El conjunto residencial remite a un espacio privado, el barrio a uno público. Yo diría, incluso, que se pierde de alguna manera la relación con la ciudad y la diferencia, porque la atención del residente se centra en su conjunto residencial. Los multifamiliares tienden a la homogeneidad, la ciudad a la diversidad, a la tolerancia.

 

Pero entonces ¿cuál es el ideal de los conjuntos? 

 

Ni son buenos ni son malos. Existen y hay que reconocerlos. ¿Cuál es nuestro punto de partida? Que se ha normalizado la existencia de esa modalidad de vivienda y, ¿qué es lo que hacemos nosotros? Preguntas sobre su existencia, su relación con el espacio exterior y su relación con la vida que hay en su interior porque la publicidad que hacen las inmobiliarias los asocian a sueños de bienestar, remansos de paz y seguridad, tienen nombre de árboles, jardines, paisajes, y no siempre es así. La investigación nos muestra que hay conjuntos muy pequeños o muy grandes, unos con dificultades de parqueaderos o sin espacios comunes, y otros con uno o dos administradores para 400 apartamentos. Y esto genera conflictos.

 

¿Entonces que se propone?

 

La reflexión nos ha llevado a hablar de hacer intervención social, capacitar a los administradores, incentivar el uso de los espacios públicos, el parque, la calle, la ciudad, porque la otra tendencia es salir del Conjunto directo a un Centro Comercial, y todas estas prácticas están cambiando nuestra vida cotidiana, nuestra manera de ser ciudadanos, y la de las nuevas generaciones.

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