Discurso de bienvenida de egresado de Humanidades para los estudiantes de primer semestre
Discurso de bienvenida de egresado de la Facultad de Humanidades para los estudiantes de primer semestre de la Universidad del Valle
De lo que traduce hoy mi alma
“[…] para quienes me leen, para las personas aquí nombradas e incluso para mí mismo, advierto sin dudarlo que aun conociendo un atajo, prefiero escalar por el camino estrecho y plagado de dificultades. La meta es importante, pero el mismo camino es en sí parte de la verdadera misión: per aspera ad astra”.
Con estas palabras culminaba yo la dedicatoria de uno de los productos más importantes de mi estancia por la Universidad del Valle: mi trabajo de grado. Eran palabras sinceras: tal vez no me crean, no están obligados a hacerlo, pues no nos conocemos, pero en este paso por la universidad tuve que enfrentarme con muchos de los momentos más difíciles de lo que hasta ahora va de mi vida.
A pesar de esto, no dejaba de repetirme a mí mismo la letra de uno de mis himnos personales: “Confronta y enfrenta, proverbio del templo mayor: inmenso es quien puede vencer los retos que impone su ser. No hay sabio antifaz que burle a los dueños del único tiempo”.
El día de hoy me siento muy afortunado de dirigirme a ustedes. Esta es para mí una ocasión perfecta para exhortarlos y dejarles un mensaje: deseo que elijan el camino estrecho, que prefieran la dificultad, que no teman ante la desventaja. Sepan entender sus flaquezas, no se acostumbren a la vanidad, alimenten sus desdichas con fortalezas y tengan las agallas y el carácter suficientes para hacerse cargo de sus propias vidas, de conocerse y conectarse con ustedes mismos con el fin de brindar lo mejor para los demás. Que la batalla que libren deje al menos como recompensa la comprensión de quiénes son ustedes y qué hacen acá.
Si el anterior camino los cautiva, permítaseme dejarles tres consejos:
El primero: estoy seguro que ya están en edad de haber comprendido que nuestra condición humana suele ser una amalgama de imágenes tan diversas como contradictorias. De la misma forma en que los seres humanos somos capaces de las creaciones más atroces, también somos capaces de los actos más dignos de exaltación. Nuestra vida, que es tan sólo un pequeño episodio de la existencia, que está marcada por la inevitable finitud, quiere trascender e inmortalizarse, quiere alcanzar tesoros tan nobles como la sabiduría, la justicia y el amor.
Esta condición les deja sólo una opción: deben entender que, ante todo, son guerreros del conocimiento. Porque como bien lo expresa Carlos Castañeda en Viaje a Ixtlán “Sólo como un guerrero se puede sobrevivir en el camino del conocimiento. Porque el arte del guerrero es equilibrar el terror de ser [humano] con el prodigio de ser [humano]”.
El segundo: son exploradores, así que experimenten, conozcan, conéctense con ustedes mismos, hallen, construyan o elijan su misión y traduzcan del lenguaje de sus almas aquello que han venido a decir en este mundo. Que su voz sea tan fuerte como el rugir de un enorme Dragón que se le escucha aún en las más lejanas alturas.
Sólo de esta manera se podrá rescatar aquellos baluartes que se creían perdidos. Es tan grande el valor de la felicidad, el amor y nuestros más dignos deseos que sólo son hallados por quienes se atreven sin temor a ser quienes son y a vivir a su manera.
Finalmente, con el tercer consejo quiero hablarles del compromiso que están adquiriendo hoy. A pesar de que nuestra Universidad tiene un eslogan oficial, el eslogan más conocido es otro. Estoy seguro que ustedes habrán escuchado el famoso eslogan “Universidad del Valle, la mejor para los mejores”. Si bien este no es nuestro verdadero eslogan, hay muchas razones para creer que de verdad refleja las fuertes metas de un univalluno. Hace pocos días, uno de los rankings que miden la excelencia investigativa de las mejores universidades del país nos mostró cómo nuestra universidad ha escalado entre las tres primeras posiciones. También escuché noticias de egresados, estudiantes y docentes con grandes logros, premios y reconocimientos académicos, personales y deportivos, los cuales sin duda fueron producto de una inmensa entrega.
Empero, cuando meditaba esto, no dejaba de pensar en todo lo que podría estar siendo reconocida nuestra Universidad si se rompieran inmensas barreras, como lo son el escaso apoyo económico por parte del Estado, los grandes problemas sociales que trascienden más allá de las aulas, las dificultades asociadas al proceso de postconflicto y de violencia que hoy vive nuestra sociedad colombiana, las injusticias que rondan nuestra cotidianidad, e incluso hasta la falta de ímpetu y valentía que parece estar rondando algunas de las jóvenes promesas del mañana.
La firme lucha ante tales cosas han sido el motor de muchos de nuestros esfuerzos en la Universidad del Valle, y ahora la misión queda en sus manos: hagan que ese popular eslogan sea real. Caminarán por sendas difíciles, se meterán en serios problemas, dudarán de que puedan alcanzar lo añorado, tal vez sufrirán, pero, al final, con la inagotable fuerza que hay en su interior deberán arrebatarle al destino la victoria. Estoy seguro que queda en las mejores manos: que sus almas y sus frutos sean, de manera contundente, la mejor señal de que esta universidad es de verdad la mejor para los mejores. Muchas gracias.
Elkin Fabriany Pineda
19 de agosto de 2017